Los dos microrrelatos perdedores de esta semana:
No hasta que por fin me haya mordido el labio inferior después de besarme apasionadamente. No hasta que consiga que pierda la compostura cada vez que me vea pasar y me arranque literalmente la ropa al encontrarnos en el ascensor. No pienso dejar de acudir a la consulta del Doctor Menta. Sé que es un charlatán, que sus pociones de enamoramiento ultrarrápido no son más que agua con aromas comprados en el supermercado de la esquina, que ni siquiera es un doctor de verdad…pero es tan guapo.
No hasta que por fin me haya mordido. Lo sé, no descansará hasta que me agarre con sus pequeñas fauces. Lestat ya no tiene uñas, ni genitales, pero es el Lucifer gatuno. Lo vigilo desde el sofá. Frunzo el ceño. Intento poner cara de malo. No funciona, sabe que soy blandito. Se me empieza a pegar la camisa por el sudor. Lestat se desplaza sigilosamente sobre el televisor. Me mira fijamente y bufa. Daniela grita desde el baño: “¡Casi estoy lista!”, pero yo ya he salido corriendo por la puerta. Sé que ahora estará él en el sofá con un Martini seco en la mano.
Tengo otro que mandé al concurso de Página 2 pero no sé muy bien donde lo he gauradado. esperaré a que vuelva a aparecer en la web del programa, cosa que ocurrirá cuando anuncien el ganador, creo, para pegarlo aquí.
Llevo dos semanas en mi nuevo trabajo. Leyendo. Mirando procesos, instrucciones. Normas no, por favor, que me duermo. He llegado a ese punto en el que me empiezo a cabrear porque siento que no hago nada. Necesito acción. En cualquier caso siempre queda esa cierta sensación de remordimiento por no buscar con el suficiente ahinco cosas que hacer. Yo que sé, pasear por fábrica y preguntar a los operarios, mendigar trabajo arrastrándome por los suelos, ayudar a la señora de la limpieza a vaciar el cubo del papel de reciclaje (menuda bronca que ha echado al tendido esta mañana por haberla llenado hasta arriba). Es evidente que soy mucho más feliz con mi tiempo ocupado, pero en el fondo creo que parte mi necesidad de tener un montón de tareas que acometer se debe a que entonces podré calibrar la cantidad de tiempo que puedo porcrastinarlas sin cargo de conciencia. Necesito producir para escaquearme sin remordimientos.
Borracho soy aún peor 
Insisto en que lo del Doctor Menta es más propio de Paz Padilla que de ti. Ahora, de lo malo que es me ha hecho gracia.
Además tienes suerte de que no vieramos «Southland tales» hasta después de haber mandado el microrelato, o me hubiera negado a ceer que el nombre del doctor no estaba inspirado Jerico Cain (Francisco Caína, para los más castizos). ¡Dios, que película más terrible, y larga¡
El gato repantingado bebiendo Martini seco tiene también su gracia, pero se ve que no ha gustado.
Lo terrible del «Asunto Menta» es que le di el nombre sin ninguna doble intención, al azra, sin darme cuent del estúpido juego de palabras hasta…en fin, que me he dado cuenta hoy. No sé qué clase de oculto juego del subconsciente hizo que le pusiera ese apellido, supongo que alguno que quiere dejarme en evidencia y que no vuelva a quedar finalista en ese concurso.
En cualquier caso, y como no podría ser de otra manera, mi próximo protagonista se llamará Benito Camelas.
«Necesito producir para escaquearme sin remordimientos».
Brillante
Doctor Menta suena tan… extraño! de todas formas, el relato en sí está por debajo de los que tu escribes, así que colleja!
El otro me gusta bastante más.
Las normas técnicas son un rollazo, pero hay gente que las adora, ingenieros que les hacen la corte! de hecho, tengo que dar cursos de formación de usuarios y uno es todo entero de normas (UNE, ISO, ANSI, IEEE etc). Temo cuando me preguntan por las correspondencias.
Te hace falta que pronto te manden de viaje. A ver si hay suerte y es al continente africano.
Las UNE en ISO y las UNE EN ESO no hay quien las entienda, además brotan como champiñones, cada vez que tenemos un tema de ruidos me desespero, ¡Decid no a las UNE EN ISO y demás familia!
Tirando a flojo, creo.
http://www.pagina2.es/microrrelatos0208.php
Lo leí ayer por la noche y lo he releido esta mañana. No creo que pase de correcto. Cuestión de gustos, supongo. De todos modos siempre me quedo con la duda de que se me haya escapado algo, al fin y al cabo, si soy incapaz de ver la tormenta en el Doctor Menta…
A botepronto:
«…cigarrillos consumidos durante horas y miles de informes»
¿consumidos durante horas o durante informes?
«…arreglar aquel día al Inspector…»
¿arreglar el día o el inspector?
«El pelo ondulado le ocultaba la cara pero no era necesario verla para sentir su belleza»
ésta ni la comento.
Debo reconocer que el final no es malo. Pero sigo pensando que en un micro, además de no haber lugar para errores o dudas, no debería sobrar nada.
Yo tiendo a ser benevolente con ese tipo de frases, básicamente porque sé que servidor es capaz de pergeñar muchísimo peores y quedarse tan pancho. Simplemente creo es un microrrelato que está bien, gracias a un final que no por visto mil veces deja de ser la mar de apañado.
A mi sí me ha gustado el de Pagina2, aunque tampoco es la leche. El Doctor Menta parece que lo ha escrito otro. No sé si eso es bueno o malo. El gato con el Martini Seco me agrada mucho más. Pienso que nos tienes demasiado bien acostumbados y esta vez decayó un pelín el nivel.
A Gabriel le diré que tb leí alguno en Pagina2. El del terrorista. No lo entendí y mira que era cortito. Suerte «calibrando» tus tiempos en tu nuevo curro.
Saludos!
¡Joé Gabriel, eres más purista que yo! ¡y eso que soy muy puntillosa! Casi me da miedo escribir este comentario, por si me tiras de las orejas.
Estoy de acuerdo en que el microrelato ganador no se caracteriza precisamente por estar bien escrito, pero no llega a ser gramaticalmente incorrecto.
Cierto. Y perdón.
Probablemente me paso de puntilloso. Pero igual que me sigo divirtiendo al escribir y no ganar, me gusta leer un ganador y decir «joñññoo, qué bueno».
Ejemplo: http://www.festejossanpedro.com/Cuentos/cuen_ganador.htm
Ay noooooooooo el Liencería no!!!
Lo siento, pero aunque está bien escrito me parece aburridísimo, un panegírico más que un relato, ya lo comenté una vez que lo enlazó Troutman.
¡Gabriel, pide perdón por pedir perdón! En serio, no hace falta disculparse, no pretendía que te lo tomaras en serio. Todos solemos criticar los textos de los demás en uno u otro sentido, es parte de la diversión. Si no pudieramos opinar esto sería mucho más aburrido.
Por otra parte coincido con Blackstar, a mi el de «el liencería» tampoco me gustó nada. Ni siquiera me agrada la forma de expresarse del autor.
Espero que nadie de por aquí conozca al autor del Liencería…
Perdón por pedir perdón.
Perdón porque reciclo sólo a veces y porque bebo y fumo. Además me gusta el mus.
Igual estaba borracho cuando me leí a liencería. Voy a volver a leérmelo por si acaso.
Lo de la fotocopiación es algo que yo tampoco perdono.
Estuve una vez en un taller de Millás, y era una gozada verle analizar los textos de los alumnos. Se basaba en qué te hace sentir incómodo en el texto que lees.
Creo que según se alarga el texto, más permisivo se vuelve el lector con errores o inconsistencias. Ahí está la gracia del microrelato.
Por eso a mí también me confunde que el jurado de la Ser critique un texto como si no lo hubiera premiado.
Por cierto. ¿Leísteis en página2 un texto que se llamaba «Y voló lejos»?
Un saludo y más perdón que el copón.
Joer…Aún no me lo he leido el de la lencería que estais abriendo en canal, jajaja. Opinaré pronto sobre ello y sobre él. Pero es verdad que cuando critican un microrrelato en la SER, no se entiende. Si los eligen entre 900 cuentos, se supone que han de ser y estar PERFECTOS…En fin…
No leí el del Voló, Gabriel…Lo puedes ubicar un poco?
En los relatos policiacos. Página 10
Desde luego, «Yvoló lejos» me gusta mucho más que el ganador. De todas maneras, esos finales que descolocan todo, que hacen releer el cuento completo y aún así todo está en el aire, son maravillosos, pero siempre me quedo con la duda, cuando las piezas no me encajan, de si ha sido premeditado o una mala gestión de las 100 palabras. La belleza del decuido.
Aquí uno que hoy cumple tres meses en nuevo puesto de trabajo y ha aprendido a escaquearse, aunque sea fugazmente, como muestra mi presencia aquí.
Estoy ya en el descubrimiento y consiguiente enfado por cómo se hacen las cosas y descubrir de qué pie cojean, de esos abundan por aquí, los parroquianos.
En cualquier caso me ha llamado la atención el tema de las normas. Cuando uno se dedica al menos 4 horas diarías peinando diarios oficiales a su busqueda y captura, además de las últimas 16 laborales haciendo un informe sobre la nueva ley de contratos con el sector público, a cuyo redactor habría que enfundar en una camisa de fuerza y tirar la llave a la fosa de las Marianas.
O sea, en resumen y conclusión. Te quejas de vicio.
Y voló, me parece un buen cuento mal contado. Matar por compasión es un tema bestial.
Tampoco me quejo tanto. Tú no me has visto cuando me duele el estómago. En cualquier caso, normas, reales decretos y todas esas bastardadas deberían servir para hacer tabiques o remedio contra el insomnio. Ahora que lo pienso, no te quejes tú que estudiaste para leer polvorones como ésos!
Gabriel, creo que nos podríamos passar un rato discutiendo sobre Voló, ya que creo que lo que cuenta no es un asesinato por compasión sino todo lo contrario (por tener momentos de lucidez). Releído creo que la extrañeza que me causa es más un error que premeditación…
Compadecerse, que te dé pena, querer acabar con su sufrimiento (porque tiene momentos de lucidez)… creo que es todo parecido. El tema me parece apasionante. Probablemente con tres repasos habría sido un cuento muy bueno.